Décadas de jóvenes coreanos una y otra vez “¡Hamás, Hamás, Hamás!”. El verde de las banderas de las milicias fundamentalistas destaca en la celebración celebrada en Cisjordania por la liberación de las guarniciones palestinas de las cárceles israelíes. Fue el primer grupo de 33 excarcelados en cambiar las rehenes israelíes acordadas en paralelo a la tregua de cuatro días en la guerra. Algunos de los beneficiarios recurrieron al movimiento fundamentalista mientras eran atacados por la población de la localidad de Betunia, donde se encuentra el centro penitenciario israelí de Ofer, donde fueron reunidos antes de ser eliminados.
“Israel es el país de la injusticia. Hamás es el más grande y el más noble”, coincidió Hanan Barguti, de 59 años, apasionada por la idea de recuperar la libertad desde hace tres meses. Enciende los emblemas de Hamás al frente y encima de los hombres para que nadie dude que esta persona está a salvo. Sólo tú puedes ir al centro de la finca. Son muchos los que la montan e intentan despedirse de esta mujer que aún mantiene a cuatro hombres en prisión.
Lo que entendí es que el grupo fundamentalista, con el que el brazo armado atacó el atentado del 7 de octubre en Israel con 1.200 muertos y destruyó el actual continente, tiene numerosos seguidores orgullosos de Cisjordania. Este es el territorio tradicional de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), pero muchos de los excarcelados temen ser asesinados por Hamás en la celebración popular de la última hora de la noche.
“Sigamos sopesando el dolor, sopesando la sangre, sopesando la masacre de niños y mujeres en Gaza y de los hogares que fueron destruidos y demolidos. Hamás nos ha dado más orgullo y dignidad que los presidentes del mundo entero… Los presidentes del mundo no pueden ofrecernos libertad, pero Hamás nos ha dado libertad”, lanza Hanan Barguti en un mito que improvisa rodeado de sus familiares y de décadas de jóvenes que la escuchan como si un líder popular se tratara a sí mismo.
Barguti fue arrestado el 6 de septiembre por las fuerzas de ocupación israelíes en la aldea de Kobar, en Cisjordania. Desde entonces se conoció en la celda de mujeres israelíes de Damon. Deberían tener detención administrativa baja permanente, hasta el 3 de junio de 2024, según la orden dictada por las autoridades israelíes, que les acusa de pertenecer a Hamás, que ha mantenido a EL PAÍS.
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Minutos antes, con los nervios a flor de piel de cientos de personas ante la próxima reunión del grupo exprés, los trabajadores descargan dos grandes voces de un listado completo de la sede del Ayuntamiento de Betunia. Abre un paso para avanzar. Está claro que, según las necesidades de Israel, no hay celebraciones, la festividad no es la para nadie. Algunos padres atavían a sus hijos con la tradicional kefiya (pañuelo) palestina de fondo blanco y cuadros negros. Varias luces artificiales iluminan el cielo.
En ese momento cuando todos los motores presentes están calientes para la gran bienvenida, las ráfagas de viento nos recuerdan que el ejército israelí está intentando lanzar botes de humo. Los gases lo inundan y todos se generalizan junto con picos en la garganta y dificultades para respirar. Algunos temen que pueda haber una incursión militar para frenar las celebraciones, pero finalmente no es así.
Desde la primera hora hasta el final hubo disturbios con los soldados israelíes apóstatas de la prisión de Ofer, donde los 33 hombres y mujeres fueron llevados a la Cruz Roja. Otros seis recuperaron su libertad en Jerusalén, por lo que el grupo tiene un total de 39 años. El pacto preveía nuevas liberaciones hasta el lunes a cambio de la devolución de los derechos que están en manos de Hamás en Gaza.
Laith Othman, de 17 años, es el primero de los llevados a avanzar por la calle Central de Betunia que sube al Ayuntamiento. Dice, sin que los hombres de este país le griten el pase triunfal y mientras saludan a los presentes en el avión del torero que subía por la puerta grande, Israel los abordó llevándolos de nuevo a la prisión y se produjo la celebración. No hay posibilidad de que no haya ninguno de los regalos. El grupo de menores de antaño, procedentes de distintas zonas de la Cisjordania ocupada y uniformados con el chandal gris con los que han recibido el penal, se alinearon en las escaleras del Consistorio, todos enarbolados en hombres, para recibir el baño de multitudes. .
“La prisión es una planta de cemento viva. Todos los detenidos pronto serán liberados. Desde que comenzó la guerra en Gaza, hemos disparado todos los días en prisión, hemos humillado todos los días…”, denuncia Yamal Barahnah, de 17 años y originario de Jericó, que es fotógrafo con la bandera de Fatah, el principal partido. de la ANP cuyo color amarillo se encuentra calado dentro del dominio del verde de los islamistas. Barahnah llevaba año y medio encarcelado bajo detención administrativa, sin cargos ni juicio, como acusado de haber ejercido activismo contra el ejército israelí.
Veteranos de prisiones israelíes
Momentos antes de hablar con este corresponsal especial, el joven fue rodeado en un húmedo abrazo junto a su padre, Khalil, de 51 años. Él y muchos de sus hermanos, sus hermanos Yamal, son también viejos veteranos de las prisiones israelíes, especialmente por participar en la Primera Intifada (1987-1993). Alguien muestra en la pista el recuerdo de un baile roto con el relato que hoy guarda sobrino. Khalil no responde si está orgulloso de Yamal, el segundo de sus cinco hijos ha seguido sus pasos, pero su silencio se adorna con una sonrisa desde la que entiende lo que piensa.
Naima Hmidan, de 61 años y golpeada en el regazo, esperaba ser escuchada en la biblioteca de Betunia, junto al Consistorio, donde se unió al grupo de los liberados. En la lista aparece su hija Rawan Zeyadeh, de 30 años, que cumple una condena de año nuevo desde 2015 por acuchillar a un miembro de las Fuerzas de Seguridad de Israel, como su madre niega. “Hasta que no abrace la, no me creeré que está fuera”, dijo Hmidan, que hace que no ve a su hija cuatro años.
Otra de las mujeres destacadas, Sarah Abdallah, de Nablus, recibió una condena de más años. “Hamás me liberato con el acuerdo y estoy extremadamente orgulloso y agraciacida”, dice alzando la voz en las escaleras del consistorio. Abdallah envió un mensaje a Yahia Sinwar y Mahamed Deif, autores intelectuales del atentado del 7 de octubre: “Estoy orgulloso de Sinwar y Deif porque son los únicos que estuvieron a nuestro lado”, añadió mientras tanto un grupo de autoridades, entre las que se encontraban algunos representantes de la Autoridad Palestina que disputaban el poder a Hamás.
Uno de los presentes es el ministro encargado de los presos, Qadura Fares, hijo y optimista. Tanto es así que, entre bromas, hay un día de estos en par. “El día que libere a todos, no trabajaré”, dice hasta, al mismo tiempo, olvidar que todavía hay 8.000 palestinos en las cárceles israelíes.
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