Muere Sandra Day O’Connor, primera titular de la Corte Suprema de Estados Unidos, a los 93 años |  Internacional

Muere Sandra Day O’Connor, primera titular de la Corte Suprema de Estados Unidos, a los 93 años | Internacional

La jueza Sandra Day O’Connor, primera magistrada de la Corte Suprema de Estados Unidos, ha fallecido a los 93 años de edad, tras anunciar su propia Corte. O’Connor fue nombrado miembro de la Corte Suprema por el presidente republicano Ronald Reagan y sirvió de 1981 a 2006. A pesar de su ideología conservadora, se ganó la reputación de jurista moderado. Votó a favor del derecho al aborto y de los derechos de los homosexuales, pero sobre todo rompió el techo de cristal que había mantenido a las mujeres fuera del principal órgano judicial de Estados Unidos y de otros puestos de poder.

De camino al Supremo fue todo un éxito. Durante su campaña presidencial de 1980, Reagan se comprometió a nominar a una mujer para la Corte Suprema. Cuando el juego de Potter Stewart se regocijó en 1981, nominó a O’Connor, informando que era una “persona para todos los veranos”. O’Connor había ocupado cargos en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. El Senado confirmó por unanimidad su número el 21 de septiembre de 1981, y cuatro días después ocupó su puesto en la Corte.

«Cuando las mujeres pierdan el poder, aparecerán las rejas. A medida que la sociedad vea lo que las mujeres pueden hacer, a medida que las mujeres vean lo que pueden hacer, tendremos más mujeres haciendo cosas y todos seremos mejores por ello”, dijo Sandra Day O’Connor en un discurso sobre Mujeres de Poder en noviembre de 1990.

Aunque se graduó entre los primeros de su promoción en 1952, ningún búfalo de California puede ser considerado como abogada por ser mujer, algo que corresponde entre las abogadas de su generación. La única oferta de trabajo que recibí fue la de secretaria jurídica en un café de Los Ángeles. Sin embargo, O’Connor persistió en su búsqueda de empleo y se puso en contacto con el recaudador de impuestos del condominio de San Mateo, California. Él le dijo que su taller no tenía fondos para contratar a otro ayudante. “Él le escribió un artículo extenso”, continuó O’Connor, “explicando todas las razones por las que creía que podía hacer cosas que serían útiles para ella en la oficina”. Se ofreció a trabajar gratis si fuera necesario. A raíz de su papel, le ofrezco un trabajo como asistente fiscal del condado, después de haber recordado al Supremo en una exposición que le dedicó.

Mientras su marido fue enviado a Frankfurt (Alemania) en 1954 con el Cuerpo de Abogados Generales del Ejército, ella trabajó como abogada civil en el Cuerpo de Intendencia del Ejército de Estados Unidos. Los O’Connor regresaron a los Estados Unidos en 1957 y se establecieron en Phoenix, Arizona, donde se incorporó como abogada y abrió un buffet de abogados con un colega en un centro comercial. Los tres hijos de O’Connor, Scott, Brian y Jay, nacieron durante los siguientes seis años. Con el nacimiento de su segundo hijo, eligió la práctica de la abogacía para centrarse en su familia, aunque estuvo muy involucrado en la política local con el Partido Republicano y el servicio comunitario.

En 1965, O’Connor comenzó a trabajar como asistente del fiscal general estatal. Siguió participó activamente en la política y en 1969, cuando quedó vacante una vacante en el Senado del estado de Arizona, fue elegido para ocuparla. Fue elegida dos veces y en 1972 se convirtió en la primera mujer del país en ocupar el puesto de alcaldesa en un parlamento estatal. Como legisladora, O’Connor trabajó para cambiar varias leyes de Arizona que discriminaban a las mujeres, incluida una ley de 1913 que prohibía a las mujeres trabajar más de cuatro horas al día y que se había utilizado para impedir que las mujeres buscaran y conservaran. un empleado. Además, O’Connor instó a las mujeres a asumir la misma responsabilidad que sus hijos en la gestión de los bienes comunes.

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En 1975, se postuló con éxito como candidata para el primer puesto en el Tribunal Superior del condado de Maricopa, cargo que ocupó hasta 1979, cuando el gobernador Bruce Babbitt fue nombrado miembro del Tribunal de Apelaciones de Arizona. Poco después recibí su nombramiento para el Supremo.

Aunque el juez de la Corte Suprema es vital, el juez O’Connor anunció su retiro de la Corte Suprema en julio de 2005. Inicialmente, el presidente George W. Bush nominó a John Roberts para reemplazarlo. Sin embargo, tras la muerte del presidente de la Corte Suprema, William Rehnquist, en septiembre de 2005, Bush decidió nominar a Roberts para esa vacante y presidir la Corte desde entonces. Luego, en octubre, Bush se acercó inicialmente al abad Harriet Miers para reemplazar a O’Connor, pero ella decidió retirar su nombre. Finalmente, en noviembre, Bush nominó a Samuel Alito como conservador para cubrir la vacante de O’Connor, a la que renunció si era ratificado por Alito.

Desde el júbilo de la Corte el 31 de enero de 2006, el juez O’Connor ha seguido actuando como un defensor incansable de la independencia judicial y el Estado de derecho en todo el mundo. En reconocimiento a los logros de su vida, el presidente Barack Obama otorgó al juez O’Connor la Medalla Presidencial de la Libertad, el honor civil más alto del país, el 12 de agosto de 2009.

[Noticia de última hora. Habrá ampliación en breve]

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By Dimas Granado Ortiz

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