Las tiendas de campaña del campamento de la Unidad Militar de Emergencias (UME) española se alineaban este martes al sol en impecable formación frente a las del contingente británico de rescate en las afueras de Amizmiz (45 kilómetros al sur de Marraquech), una de las poblaciones más castigadas por el terremoto del viernes pasado en Marruecos, bajo la imponente cordillera del Alto Atlas en el horizonte. “Seguiremos desplegados aquí mientras haya esperanza de rescatar a alguien con vida”, zanjaba de entrada todas las dudas el comandante Enrique Bascuas, jefe de la unidad desplegada sobre el terreno, mientras se dirigía con paso decidido a asistir a una reunión de coordinación con los mandos británicos y marroquíes.
“En Turquía hubo rescates 11 días después del último gran terremoto”, advertía este oficial de Ingenieros formado en el Cuartel de Pontoneros de Zaragoza tras reconocer que desde que comenzaron a actuar en el país magrebí en la tarde del domingo, después de ser movilizados en las 24 horas siguientes al temblor de tierra, tan solo han podido recuperar cadáveres sepultados bajo los escombros en torno a Amizmiz. Un equipo integrado por 35 de los 56 miembros de la UME destacados en el área del epicentro del cataclismo (de los que ocho permanecen en Marraquech) salieron de madrugada en dirección a la aldea de Talat NYakub, 75 kilómetros ladera arriba del Atlas, en una zona donde los vehículos a motor apenas pueden circular. Con cuatro perros adiestrados para localizar supervivientes, el equipo de la UME cuenta con medios punteros en búsqueda y rescate bajo los escombros, como lunes geófonos (micrófonos para detectar sonidos bajo tierra) y pértigas con cámaras que se introducen en los huecos entre los escombros para localizar y visualizar a las víctimas.
El Grupo de Búsqueda y Rescate Urbano (USAR por sus siglas en inglés) esperaba poder participar en tareas de salvamento en aldeas remotas del Atlas que hasta ahora no han sido visitadas por los equipos de rescate. Varios equipos españoles que cuentan con perros adiestrados se han desplazado hasta el sur de Marruecos. Pertenecen a la Guardia Civil —que envía seis agentes—, la Policía Nacional, la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento de Granada y el de Madrid.
En la entrada del campamento de la UME de Amizmiz, el bombero de la Generalitat catalana con base en Lleida Jordi Vidal, de 48 años, acariciaba a su perro Cracken, una labrador belga malinois de cuatro años, para tranquilizarlo. Junto con una decena de miembros de EREC (Equipo de Rescates y Emergencias de Cataluña), una ONG interdisciplinaria de rescatistas y sanitarios, aguardaba a que las autoridades marroquíes les asignaran una misión. “Esperamos no haber llegado tarde, pero podemos ser útiles al ser un equipo mixto”, reconocía.
Desde el hospital de Marraquech, el presidente de la ONG Bomberos Unidos Sin Fronteras, con sede en Huelva, explicaba por teléfono que su equipo de voluntarios, el primero en llegar a la zona del terremoto antes de las 24 horas del temblor, se había retirado ya de Amizmiz en la madrugada del martes al no encontrar objetivios para su misión. Las autoridades marroquíes se concentraban mientras tanto en la distribución por parte del ejército de tiendas de campaña, donadas por empresas y asociaciones, para sustituir a las lonas y plásticos de los campamentos improvisados de los primeros días, ante el temporal de lluvias tormentosas anunciado sobre la región del Atlas a partir del miércoles.
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites