“La guerra tiene 5.000 años, la diplomacia cuatro siglos y la justicia internacional dos décadas”, afirma el primer fiscal del Tribunal Penal Internacional (2003-2013), Luis Moreno Ocampo (Buenos Aires, 71 años), para explicar los frágiles mimbres del orden mundial. “La imprenta generó un cambio, pero tardó tres siglos. Hoy la inteligencia artificial los produce en un día. Después de Facebook, vinieron YouTube, Instagram, TikTok. Los teléfonos se hicieron inteligentes. Mientras, la única innovación en el mundo político ha sido la creación de la Corte [Penal Internacional]. Invertimos trillones en guerras, casi nada en justicia y paz. Hace falta crear tecnología para eso, para propiciar la revolución de los moderados. Israel y Gaza son el ejemplo de la urgencia del desafío”, dice.
Fue profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén. “Un día, uno de mis alumnos me dijo que no podía seguir con la clase porque no la resistía emocionalmente. Yo les hacía simular roles. Le había tocado hacer de miembro del Parlamento israelí, hablando de Palestina. El problema es que los moderados israelíes no hablan con los moderados palestinos. Y cuando eso ocurre, se impone la narrativa extremista”. En las últimas semanas, ha hablado con amigos a ambos lados del conflicto. “Algunos israelíes que participaron en protestas contra [Benjamín] Netanyahu ahora sienten que es el nuevo Holocausto y le apoyan. Todos han perdido gente. Yo estuve hace años en uno de los kibutz que atacaron. Y mis amigos palestinos están desesperados. Uno de ellos me contó que su tío de 88 años no quiere moverse, espera a que lo maten”.
Moreno Ocampo acaba de volver de la Universidad de São Paulo, donde ocupa una cátedra sobre innovación del orden mundial, y en la de California da clases sobre narrativas de guerra para estudiantes de cine. “Veinte millones de personas han visto la película Argentina 1985″, donde se narra el primer juicio ―él era fiscal adjunto― a la dictadura argentina. Conserva la fe en el cambio, en los jóvenes. “Cuando te ocupas de este tipo de temas, nunca ganas del todo, pero si sigues peleando, nunca pierdes”. Atiende a EL PAÍS por videollamada desde Buenos Aires.
Pregunta. En el lenguaje común, se habla del “horror”, la “masacre”, la “guerra” entre Israel y Gaza… En el idioma del derecho internacional del que el mundo se dotó a partir de la II Guerra Mundial, ¿cómo se llama lo que está pasando?
Respuesta. Lo ocurrido el 7 de octubre es un genocidio porque la intención de Hamás es destruir al pueblo israelí. Además, es un crimen de lesa humanidad, un ataque masivo a población civil. Y la toma de rehenes, un crimen de guerra. Todo eso es lo que hizo Hamás. La respuesta de Israel también es criminal, más allá de quién haya bombardeado el hospital [Al Ahli al Arabi, el martes pasado], hay dos hechos que son crímenes: uno es el bloqueo absoluto de Gaza. Depende de las intenciones, pero es un elemento objetivo de genocidio crear condiciones que van a producir la destrucción de un grupo. No permitir que pase agua, víveres, gasolina… es transformar todo Gaza en un campo de exterminio. Y el desplazamiento forzoso es un crimen de lesa humanidad, al igual que bombardear a población civil.
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Uno de los mecanismos más importantes para reclutar a gente del ISIS fueron las torturas en Abu Ghraib. Y ahora la gente va a ver masacres en Gaza”
P. ¿Y qué pueden hacer la Corte Penal Internacional, la Unión Europea, Estados Unidos… además de opinar?
R. El fiscal de la Corte Penal Internacional tiene capacidad de decisión y jurisdicción, si bien una parte del crimen se cometió en Israel y otra en Gaza. Netanyahu no es el líder para confiar en la justicia porque se está escapando él de la justicia, pero es el momento de que la comunidad internacional se ponga firme. No se trata de pedir cordones humanitarios; Israel no puede cometer un genocidio para defenderse. Estados Unidos cree que la forma de defenderse es tener el mejor ejército del mundo. La Unión Europea tiene una visión distinta, pactista, y tiene que hacer que se oiga. Con la guerra contra el terror recibió mucha inmigración, se puso más complicada, y con la guerra de Ucrania aumentó el temor. Borrell [Josep, alto representante de la política exterior de la UE] es el que mejor habla, pero Europa ha quedado muy atada a la política de EE UU, que está muy ligada a la primacía militar. La guerra es hoy un mecanismo obsoleto porque las armas nucleares hacen que no sea viable. ¿Y cuánto tiempo van a tardar los terroristas en tenerlas? No es un tema de izquierdas o derechas, sino de supervivencia. El récord de refugiados después de la Segunda Guerra Mundial se quebró en 2009 y no deja de subir. Estamos en 100 millones de refugiados y desplazados en el mundo. Hay que prevenir el crimen y apostar por la justicia. Lo que va a destruir a Israel es la guerra, porque va a generar la reacción del mundo árabe contra Israel y va a volver el terrorismo en todo el mundo. Uno de los mecanismos más importantes para reclutar a gente del ISIS [Estado Islámico, en sus siglas en inglés] fueron las torturas en Abu Ghraib [cárcel estadounidense en Irak tras la invasión de 2003]. Y ahora la gente va a ver masacres en Gaza. Después del 11-S, Estados Unidos, en lugar de apresar a Bin Laden y someterle a un juicio, hizo una guerra que duró 20 años y la perdió. La guerra contra el terrorismo no funciona. Y no lo digo yo, lo dice el general [Stanley] McChrystal, que fue el jefe militar en Afganistán, y explicó la matemática de la insurgencia: “Hay 10 terroristas, matas a 2, ¿cuántos quedan? 20”.
“Cuando España luchaba contra ETA, no rodeó y bombardeó una ciudad sabiendo que ahí había etarras”
P. Los cerebros de Hamás no están en Gaza.
R. Exacto. Habría que exigir una orden de arresto contra esa gente, pedirles que se entreguen para evitar la matanza. Pero ese no es el estilo de Netanyahu. Israel tiene derecho a defender su territorio y atacar para matar a combatientes de Hamás, no a asediar de hambre a Gaza y bombardear a población civil. Es cierto que los terroristas se esconden entre la población, pero no puedes bombardear a todos para acabar con ellos, máxime cuando es imposible eliminar por completo a Hamás. Cuando España luchaba contra ETA no rodeó una ciudad y la bombardeó sabiendo que ahí había etarras.
P. Israel ha firmado la convención para la prevención y sanción del genocidio y también la de Ginebra, pero, al igual que Estados Unidos, no asume la competencia de la Corte Penal Internacional. ¿Qué pueden hacer entonces?
R. Esto es lo que pasó con [el presidente ruso, Vladímir] Putin en Ucrania. La Corte emitió una orden de arresto contra Putin. Hay una disociación entre la política, la estrategia militar y la judicial. No estamos armonizando esas tres cosas. En el caso de Putin, los Estados que pelean contra él no hacen esfuerzos para arrestarlo. Igual Putin no puede ir a Brasil, a Sudáfrica… está limitado, pero esa no es todavía una herramienta poderosa porque los Estados no la están usando. El problema de hoy no es la Corte, es si los Estados respetan los límites legales y se toman en serio sus deberes de evitar un genocidio, activando mecanismos pacíficos como la justicia para prevenir los conflictos.
P. La Corte Penal Internacional ya abrió en 2021 una investigación sobre sucesos en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. ¿Qué ha pasado con ella?
R. En 2009 vino a verme a la Fiscalía la Autoridad Palestina para que asumiera su caso. Tuve que decirles que no porque no eran Estado. En 2012, Palestina logró que Naciones Unidas los reconociera [como Estado observador]. En 2015, se sumaron al Estatuto de Roma [el tratado fundador de la CPI]. En 2021, se decidió que Gaza, Jerusalén Este y Cisjordania son territorios de Palestina y que, por lo tanto, la Corte tiene jurisdicción allí y se abrió una investigación. Es decir, el actual asedio de Gaza es un territorio bajo la Corte. Todavía no se conoce qué ha pasado con esa investigación.
P. ¿Y la Corte puede ampliar ahora esa investigación, actuar de oficio, o en este caso es necesario, como piden algunos partidos en España, que otro Estado lleve a Israel ante el tribunal?
R. El fiscal es independiente y el procedimiento normal es que sea él quien abra la investigación, no que un Estado lo pida. En este caso, ya tiene una investigación abierta.
Netanyahu fomenta a Hamás porque Hamás le permite ser duro”
P. Y mirando hacia atrás, ¿se podría haber evitado o prevenido lo que está ocurriendo ahora?
R. Esto es un problema estructural. La política de Netanyahu ha sido estrangular a la gente de Cisjordania, transfiriendo miembros de un país ocupante a otro ocupado, desde hace años. Esa es su estrategia: ocupar e ignorar cualquier esfuerzo de pacificación, con lo cual destruye la moderación de los palestinos y fomenta a Hamás. Porque Hamás le permite ser duro. Espera destruir a todo el pueblo palestino, pero eso no va a ocurrir. Es un camino de exterminio que no va a ningún lado. Pero para prevenir un genocidio no hace falta una condena judicial. Crear la Corte Internacional no es suficiente, los Estados tienen que integrar la justicia en sus políticas. Hay que armonizar intereses, hacer que se respeten las reglas.
P. ¿Cómo fomenta Israel a Hamás?
R. Básicamente, permitiendo que los financien.
P. ¿Tiene capacidad Israel para evitarlo?
R. Israel y los países árabes podrían ponerse de acuerdo. Que los países árabes hicieran de pacificadores. Pueden hacer algo más que mediar, asumir un liderazgo. Ya casi todos han reconocido al Estado de Israel. Hay que proteger a los palestinos de Hamás, exigirles que se entreguen y no dejarles en la rutina de matarse unos a otros.
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