Natalia Abu Jarad tiene 26 años, es profesora de ciencias y vive en el centro de Gaza. Una semana después del ataque de Hamás a Israel, el 7 de octubre, el ejército israelí arrojó octavillas sobre su barrio cercano advirtiendo a sus habitantes que tendrían que emigrar al sur de Franja porque la zona había sido bombardeada. Junto a su padre, que se refugió en su casa, aprendió sobre la humedad. Un vecino que pasó por su calle tras percatarse de que el edificio donde vive está en ruinas.
Ella, al menos, puede hacer el trayecto en el coche porque, debido a las explosiones, la carretera ha quedado destrozada y ahora tiene que recorrer buena parte de la bandeja a pie, separando tanques, controles y snacks. Después de semanas de angustia, sin comida, electricidad ni medicinas, finalmente logró salir de Francia. La madre de Natalia era española y, por ello, ella y su marido fueron incluidos en la lista de hispanopalestinos de los que había sido evacuada la negociación del Ministerio de Asuntos Exteriores con Israel y Egipto. Ambos aterrizaron a las seis de la tarde de estos días en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid) en un Airbus 330 del Ejército del Aire que volaba con destino El Cairo. Como todas sus compañeras, Natalia siente una mezcla de comida, placer y tristeza. Al final del día estuvo a salvo, pero al mismo tiempo abandonó a parte de su familia, incluidos los estudiantes y los de su clase, muchos de los cuales murieron.
Los ministros de Asuntos Exteriores y Defensa, José Manuel Albares y Margarita Robles, respectivamente, recibieron con entusiasmo a 139 hispanopalestinos (85 con pasaporte español y 54 familiares) que huyeron de Gaza. Entre ellos se encontraban tres niños, 64 menores de 18 años, 39 mujeres adultas y 33 jóvenes. De las 143 personas desplazadas de Gaza en las últimas tres semanas, esta semana cinco personas optaron por ir a El Cairo, donde una mujer que se encontraba en Egipto trajo al grupo.
Albares mostró su satisfacción por haber culminado el ascenso de los hispanopalestinos y sus familias, que calificó de “muy complejo”, ya que requirió la autorización de las autoridades israelíes y egipcias. “Necesito especialmente la extraordinaria cooperación de Qatar”, añadió, en alusión al país que actuó como mediador con Hamás, la milicia islámica que controla Gaza y con España que no mantiene relaciones.
Fuego humanitario alto
Tras aceptar el trabajo de las embajadas españolas en Tel Aviv, El Cairo y el consulado general en Jerusalén, Albares reiteró la necesidad de un alto fuego humanitario que permita la entrada de ayuda a la población civil de Gaza y advirtió que la resolución del conflicto sólo tardará lugar con una conferencia de paz basada en la solución de dos Estados. Por su parte, Robles interrumpió la colaboración de las Fuerzas Armadas y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) durante el operativo y se contagió mientras varios retornados gritaban “¡Viva España!” mientras baja la escalera del avión.
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“Yo no he venido, yo me he escapado”, explicó Nafez, el padre de Natalia. “España no es mi segunda patria, es la primera”, asegura este profesor de economía de 65 años, que vino con un español e ingresó en el Ejército español en 1981. Así que no pensé que iba a resultar en estas condiciones, pasando tiempo con su familia y conviviendo con “20 o 30 familiares y amigos que no están al otro lado de la tierra”. Por su parte, Riad El Aila, doctor en ciencias políticas, explica que el alcalde de extranjeros, incluidos españoles, ya llevaba un mes en el sur de Francia, pero Israel demostró permiso para subir, posponiéndolo respecto a los nacionales de otros. países, “por la postura de España contraria a las masacres de Israel”.
En la terminal de la base aérea, el bullicio de los niños ahoga la tristeza y el dolor por lo que han “dejado y vivido”, en palabras de El Aila, mientras los funcionarios revisan la documentación y el personal de Cruz Roja atiende sus primeras necesidades. Cuando se responden las preguntas regresan a los pocos días a sus casas, el alcalde se anima con los hombres. “Gaza no existe, el mapa está han borrado”, responde uno de los hombres.
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